lunes, 28 de mayo de 2012

Hipatia ...La mujer que se gano la luna


Hipatia
En esta entrada dedicaremos especial atención a una mujer diferente cuya inteligencia paciencia y conocimiento la han hecho acreedora a numerosos honores y pese a que su existencia fue ya hace muchos años al día de hoy  no sigue inspirando.

 Fue una filósofa y maestra neoplatónica griega, natural de Egipto  que se destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía,4 miembro y cabeza de la Escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V. Seguidora de Plotino, cultivó los estudios lógicos y las ciencias exactas, llevando una vida ascética. Educó a una selecta escuela de aristócratas cristianos y paganos que ocuparon altos cargos, entre los que sobresalen el obispo Sinesio de Cirene —que mantuvo una importante correspondencia con ella—, Hesiquio de Alejandría y Orestes, prefecto de Egipto en el momento de su muerte.
Hipatia nació en Alejandría, capital de la diócesis romana de Egipto, a mediados del siglo IV, en en 355, al decir de otras. Fue hija de Teón de Alejandría, un célebre matemático y astrónomo, muy apreciado por sus contemporáneos, que probablemente debió trabajar y dar clases en la Biblioteca del Serapeo, sucesora de la legendaria Gran Biblioteca ptolemaica. Hipatia, por su parte, se educó en un ambiente académico y culto, dominado por la escuela neoplatónica alejandrina, y aprendió matemáticas y astronomía de su padre, quien además le transmitió su pasión por la búsqueda de lo desconocido, como era obvia estuvo rodeada de lujos fue una niña privilegiada que se codeo con los hombres más importantes de la época.
.Según los testimonios de la época Hipatia creció sin madre y desde joven mostro ser una niña noble y muy culta no solo se enfoco en las matemáticas si no que mostro interés por la historia de las diferentes religiones que se conocían en aquel entonces, sobre oratoria, sobre el pensamiento de los filósofos y sobre los principios de la enseñanza. Viajó a Atenas y a Roma, siempre con el mismo afán de aprender y de enseñar.
Algunos testimonios sugieren que eligió un camino de soledad, es decir nunca se enamoro ni mostro interés por ello, eligió incluso permanecer virgen hasta el día de su muerte, dato confirmado por la Suda, una enciclopedia del siglo XI, que sin embargo añade que fue «esposa de Isidoro el Filósofo». El mismo Damascio refiere una anécdota que ilustra la abominación de Hipatia ante el sexo: cuando un discípulo le confesó que estaba enamorado de ella, la filósofa le arrojó un paño manchado con su sangre menstrual, espetándole: «De esto estás enamorado, no tiene nada de hermoso».

Creemos que sus creencias las estableció desde niña, aun cuando su padre era pagano, ella eligió ser atea y solía hacer bromas tenues sobre los dioses, ya que por su naturaleza estudiosa no creía en lo que no veía. En torno al año 400 la filósofa se había convertido en líder de los neoplatónicos alejandrinos, y se dedicó a la enseñanza, centrándose en las obras de Platón y Aristóteles. La casa de Hipatia se convirtió en un centro de instrucción donde acudían estudiantes de todas partes del mundo romano, atraídos por su fama. Entre sus alumnos había cristianos, como por ejemplo su alumno predilecto, Sinesio de Cirene (con posterioridad obispo de Ptolemaida entre 409 y 413), perteneciente a una familia rica y poderosa, que mantuvo una gran amistad con su maestra. Este personaje dejó escrita mucha información sobre Hipatia, y gracias a él conocemos sus obras, aunque ninguna se haya conservado.
El propio Sinesio manifiesta con elocuencia la devoción que Hipatia despertó en sus discípulos:  «madre, hermana y profesora, además de benefactora y todo cuanto sea honrado tanto de nombre como de hecho».
Otro de sus más apegados discípulos fue el joven Orestes, que provenía de una de las más nobles familias y que llegaría a ser uno de los personajes mas importantes del imperio, Orestes no solo mostro su amor sino incluso su amor, ya que se dice que estuvo enamorado de ella hasta el día de su muerte.

Egipto era sede de una de las comunidades cristianas más importantes del Imperio, y el Patriarca de Alejandría gozaba del máximo prestigio e influencia, junto a sus colegas de Jerusalén, Antioquía, Constantinopla y Roma. Sin embargo, la teórica primacía de Roma no se traducía en autoridad suprema. Durante los siglos IV y V los conflictos doctrinales y las luchas de poder entre los patriarcados, en especial entre Alejandría y Constantinopla, fueron constantes.
Teodosio I el Grande había convertido el llamado catolicismo en religión de Estado por el Edicto de Tesalónica de 380. Ello provocó la reacción tanto de los paganos como de las distintas interpretaciones del cristianismo, ahora oficialmente convertidas en herejías a perseguir y erradicar. A lo largo de las décadas siguientes tuvieron lugar grandes controversias y disputas entre las distintas facciones de cristianos, que llegaron en ocasiones a la violencia. Los filósofos ateos como Hipatia pronto fueron objeto de fuertes presiones. Algunos se convirtieron al cristianismo, pero Hipatia no consintió en ello, a pesar de los consejos de sus amigos, como Orestes, prefecto augustal y alumno suyo, que se había bautizado en Constantinopla antes de ir a desempeñar su cargo en Egipto. A pesar de su ateísmo  Hipatia contó con la estima y protección de estas élites intelectuales cristianas, e incluso 120 años después de su muerte el historiador Sócrates Escolástico, muy valorado por su imparcialidad, la consideraba, a pesar de su no religión, un «modelo de virtud». Orestes se dejaba aconsejar por Hipatia en los asuntos políticos y municipales,y la Suda confirma que Hipatia fue popular como consejera de las más altas magistraturas de Alejandría: «Vestida con el manto de los filósofos, abriéndose paso en medio de la ciudad, explicaba públicamente los escritos de Platón, o de Aristóteles, o de cualquier filósofo, a todos los que quisieran escuchar (...) Los magistrados solían consultarla en primer lugar para su administración de los asuntos de la ciudad...».11
Durante los motines antijudíos que tuvieron lugar en esos años, azuzados por Cirilo, Orestes trató de proteger a los hijos de Israel, pero, tras una serie de incidentes de gran violencia, Cirilo logró expulsarlos y permitió que sus bienes fueran robados por la multitud. En general, imperaba por entonces en Oriente Próximo un odio visceral entre las dos confesiones religiosas, produciéndose agresiones en ambos sentidos.
. Uno de los monjes, llamado Amonio, hirió a Orestes de una pedrada en la cabeza, por lo que fue detenido, torturado y muerto. Cirilo (representante de la iglesia cristiana) enterró su cadáver en una iglesia y le tributó honores de mártir, con lo que la ruptura entre el Patriarca y el representante imperial fue total.
Empezó entonces a correr entre los cristianos de Alejandría el rumor de que la causante de la discordia entre Cirilo y Orestes era la influyente Hipatia, amiga y consejera de su ex alumno y, presumiblemente, opuesta a los abusos del poder religioso. En plena Cuaresma, un grupo de fanáticos dirigidos por un lector de nombre Pedro se abalanzó sobre la filósofa mientras regresaba en carruaje a su casa, la golpearon y la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar al Cesáreo, magno templo edificado por Augusto tras su victoria sobre Marco Antonio y convertido en catedral de Alejandría. Allí, tras desnudarla, la golpearon con tejas hasta descuartizarla y sus restos fueron paseados en triunfo por la ciudad hasta llegar a un lugar denominado el Cinareo (por su nombre, se supone que es un crematorio), donde los incineraron. Aunque sigue sin estar claro si su edad era de 45 o de 60 años.
Sobre la motivación que Cirilo podría haber tenido para ordenar o inducir la muerte de la filósofa, los historiadores han concluido:
La amistad e influencia de la filósofa sobre el prefecto imperial Orestes y las clases altas de Alejandría. Los deseos de vengar la muerte del monje Amonio, ordenada por Orestes, quizá aconsejado por su ex-maestra.El deseo de lanzar una seria advertencia a Orestes, mediante la muerte de alguien tan cercano como Hipatia.
La muerte de Hipatia levantó un gran revuelo. Tras el cruel asesinato, Orestes informó de los hechos y pidió a Constantinopla que interviniera. El emperador Teodosio II quiso en principio castigar a Cirilo, tanto por justicia como por ser un gran protector de las enseñanzas filosóficas (cuya propia esposa, Eudocia, era una filósofa de origen ateniense) pero, a la postre, la reacción imperial se limitó a retirar al Patriarca los 500 monjes que le servían como guardia, lo que ha llevado a algunos historiadores a suponer que fueron éstos y no el populacho mencionado en todas las fuentes, los responsables del asesinato de la filósofa.
Según todas las fuentes, el asesinato de la filósofa fue un crimen oprobioso para los cristianos y redujo la influencia política del patriarcado alejandrino. Tras la muerte de Hipatia, sus relaciones con la Corte Imperial se suavizaron y la veneración hacia el monje Amonio desapareció, ya que los mismos alejandrinos reconocían que había merecido la muerte por su atentado y no por haber sido obligado a renegar de Cristo. Cirilo no pudo impedir que su rival doctrinal, Nestorio, gozara del favor imperial y fuera elegido Patriarca de Constantinopla en 428, pero logró finalmente su deposición en el Concilio de Éfeso de 431.
No hubo más actos violentos contra los filósofos paganos o ateos  de Alejandría, cuya Escuela siguió activa hasta el siglo VII, sin que su actividad se viera interrumpida siquiera por el cierre de la Academia de Atenas en tiempos de Justiniano I (529).
El asteroide (238) Hypatia (descubierto en 1884) y el cráter lunar Hipatia fueron bautizados en su honor. Este último se sitúa junto a los cráteres que recuerdan a su padre, Teón, y a los patriarcas Cirilo y Teófilo. Con unas medidas de 28 x 41 km, se localiza en los 4,3°S y 22,6°E del meridiano lunar. Unos 70 km al norte del cráter se halla un sistema de canales de 180 km de longitud llamado Rimae Hypatia, un grado al sur del ecuador lunar, a lo largo del Mare Tranquillitatis.

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